Al salir de la estación, enfilas una gran avenida, flanqueada por el rio Támesis a la derecha, y por unos jardines a la izquierda. Pronto te das cuenta, que vas en dirección correcta, cuando a ambos lados de la calle, puedes ver símbolos templarios, que te dan la bienvenida, y a la vez, te avisan del terreno que estás pisando.
Acto seguido, después de rebasar esas figuras, puedes ver a tu izquierda, una gran entrada que da acceso al complejo. Pues bien, te aventuras por ella, entrando por un gran vano, donde te adentras en un entramado de calles, plazas y edificios, que albergan diversas oficinas. Puedes observar gentes, con sus teléfonos móviles, maletines, entrando y saliendo, de los edificios que conforman este paisaje característico.
Una sensación extraña se apodera de ti. La sensación de estar en otro lugar, muy diferente del que estabas hace unos minutos. Se trata de una ciudad, dentro de " Una Gran Ciudad".
No en vano, se confirió, como un gran complejo, para que fuese la sede de la Orden del Temple en Inglaterra, y que albergara, edificios que sirviesen, de aposentos para caballeros y novicios, zonas de entrenamiento y de oración.
Se trataba de un mundo paralelo, que se regía por sus propias reglas.
Mientras caminas por las calles, un cartel te indica, que vas llegando a tu destino " Temple Church ". A través de un pórtico, accedes a una plaza donde encuentras en su centro, presidiendo el espacio diáfano, una columna, que sirve de base para una pequeña escultura, que muestras a dos caballeros, sobre un mismo caballo, símbolo inequívoco, del voto de pobreza de la orden.
A la izquierda, se encuentra, nuestro objetivo, la iglesia del Temple datada en el siglo XII, cuya característica principal, es su forma: circular. Se trata de un tipo de construcción tradicional, de la Orden del Temple, a imagen del Santo Sepulcro de Jerusalén. Posteriormente, se añadiría un tramo rectangular. Lo más característico de su interior, son las efigies de antiguos caballeros, que encontramos yacentes sobre el suelo. Entre ellas destaca la de Sir William Marshall, gran caballero que destacó en el ámbito político y militar. El poder del Temple, no solamente, dominaba este recinto, también traspasaba sus fronteras. Debemos, mencionar, que en aquel tiempo, el Gran Maestre tenía asiento en el parlamento. El poder y la eficacia de esos caballeros, no se centraba solamente en la protección de las gentes que peregrinaban a Tierra Santa. También, como en el caso de Sir William Marshall, se dedicaban a mediar en posibles disputas, y, enfrentamientos, entre monarcas, nobles, el clero. Cabe mencionar, que gracias a su actuación, se firmó la Carta Magna, entre el rey Juan y los nobles.
Ese inmenso complejo, daba cobijo, a representantes de los monarcas, y enviados papeles, sirviendo el temple como hospedería y protección.
Estos hechos, entre otros más relevantes, que no mencionaremos en esta crónica, al carecer de espacio, y por no desviarnos del tema, se granjearon algunos enemigos.
Hoy en día, la Iglesia del Temple, es una iglesias anglicana. Y sobre sus paredes, podemos ver fotografias del estado en que quedó , prácticamente destruida, durante los bombardeos de la aviación alemana, durante la Segunda Guerra Mundial. También podemos encontrar, imágenes de personalidades que algún día, se encontraron entre sus muros, como por ejemplo, el conocido como " el apóstol de la paz", Gandhi.
En definitiva, en todas partes, se puede ver la importancia, la grandeza, y, los ideales de, estos monjes-guerreros, y su inmortal huella en los acontecimientos que marcaron la historia de Inglaterra.
Crónica Realizada por : Rafael Cifre Romero
Licenciado en Historia
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